viernes, 8 de febrero de 2013

Caminando

Componiendo las notas de mi corazón me di cuenta… de que en ellas vibraba la humanidad.


Todo está inventado y si es cierto…  Yo solo reinvento lo que siento pero esta vez sintiéndolo con más intensidad, con más conciencia y  con mas sabor de lo que un día fueron y lo que hoy debe ser por deber.

El ser humano es una complejidad simple, cuando lo mueve buenos sentimientos. No importa las  historias pasadas, presentes o futuras encerradas  bajo su piel porque ellas son las que hacen maravillosas a las personas cuando estás son historias de amor, cariño o gratitud a la vida.  Con sus penas y glorias sabiéndose equivocadas  o perdidas, muchas veces.

No importan cuando se  muestran desnudas ante ti  para sin pedirte decirte que están hay ante ti para poder ser,  esperando que alguien lo deje ser sin más molde que lo que desea sacar de sus adentros para hacértelo llegar.

No tengamos miedo a reconocernos ante ella, a sentir, a confesarnos necesarios para otros  y viceversa, a decidir vivir, a agarrarnos de la mano y darnos  sin dobleces, ni más ni menos, que lo que somos aun sabiéndonos imperfectos.

El amor se abre paso en la humanidad, se empieza a percibir a ese ser humano superior  que pide a gritos salir de dentro de todos nosotros. Y saberme conocedora de que ayude a salir de algunas personas ese ser superior que interiorizaban, por miedo a ser prejuzgado simplemente, en muchas ocasiones, así como ellas me ayudaron a seguir siendo y creciendo en el camino;  no tiene precio ante la vida que se torna libre, respetuosa, herida pero cicatrizante y evolucionada. Por fin vamos derribando el muro que el capitalista poderoso  impuso al ser humano para dejarse de sentir e impedirle ser.

Se puede desaprender para evolucionar y la humanidad aun tomándose su tiempo intenta ponerse en el camino hacia ello.  

Tenemos mucho para dar y no es justo que guardemos debajo de nuestra piel aquello que compartido nos hace crecer en un fructífero nosotros. Esa injusticia es la propulsora de las demás injusticias y todos tenemos nuestra parte de culpa en ello, porque es tan culpable el que guarda por miedo como el que guarda por prejuicio propio o ajeno;  así del mismo modo que otros ejercen el poder del miedo para frenar la justicia social en pro de un interés propio y egoísta para con los demás.

Eso nos tiene sumergidos en larva de injusticias que nos quema por dentro,  haciendo mella en lo que podemos ser si derribamos aquello que nos lo impide. Es inevitable dejar a seres humanos detrás de la evolución conjunta no porque así lo deseemos sino porque así lo desean ellos. No podemos permitirle la entrada a una culpa ajena y que escapa de nuestra evolución humana.

La humanidad no debe frenarse ante los seres humanos indolentes a la humanidad.

Digamos basta con sentimiento real y avancemos. Yo te doy mi mano y yo agarro la tuya así dejaremos de sentir miedo.

Caminemos dejando atrás viejos rencores inútiles, simplemente caminemos sabiendo aquello que no debemos hacer y aquello que si debemos hacer.

Yo no siento ya miedo. ¿Y tú?... 

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