viernes, 19 de octubre de 2012

Déjalo ser, tuvo que ser.




Cuando pensamos en amor, automáticamente pensamos en el amor de una pareja pero nos olvidamos de que el amor es un sentimiento de más amplia abundancia.

El amor es análogo al deseo que busca completar su satisfacción, su dinámica existencial es terriblemente agotadora por el proceso de búsqueda que supone. A fin de cuentas no sólo vivimos en la realidad de hechos fácticos sino también en la región de los significados , las aspiraciones y las sensaciones.

A veces parece que debemos desdibujar nuestros prejuicios respecto al amor, no sólo por llana salud mental, sino para conducir de mejor forma nuestras experiencias amorosas en el campo magnético y energético que van fluyendo.

En realidad es un encuentro con otro ser, es una de las más delicadas, fascinantes y sagradas obras de ingeniería espiritual, que pueden acontecer en la experiencia humana. Tan solo un error en él de apreciación, una señal ignorada, una maniobra forzada, producen derrumbe, el dolor, la frustración y una gran herida en el alma.

El encuentro es mucho más que la simple coincidencia en un lugar y en un momento. Una verdadera concurrencia empieza a producirse cuando dos personas pueden permanecer una ante la otra exponiendo progresivamente sus diferencias, sus aspectos incompletos, sus características singulares, sus cualidades intransferibles, sus necesidades impostergables, sus recursos propios, sus facetas inexplicables, sus rasgos
inesperados, sus atributos incomparables. Cuando siendo lo que son y no los que deberían ser, pueden elegirse y ser elegidos.

El mundo está lleno de seres humanos que no querían perder el último tren y subieron a un vagón sin conocer ni el destino ni las condiciones del viaje. El paisaje que nos rodea está saturado de “últimos trenes” que descarrilaron, y de sus “víctiamores”. Y es que la vida de forma equivoca nos enseñó que es preferible estar mal acompañada antes que sola.

Es fácil comprender cómo, bajo esas premisas, la compañía se torna más importante que el encuentro nutricio, sanador, complementario, integrador, plenamente amoroso. Es mentira que el tiempo es la tumba del amor, pero si dejamos que las cosas trascurran sin asumir nosotros la dirección de nuestras vidas, tanto en lo erótico como en lo emocional, entonces la vida nos llevará por donde quiera. Entonces caeremos el
cruel abismo del amor.

Existe el amor que sabe crear y respetar los espacios personales de cada uno, que no se abandonan ni se asfixian presionando la relación. Son amores completos que dejan a su otra parte elegir los momentos y las circunstancias para mostrarse ardientes. Saben conseguir los instantes y dar la oportunidad de que también elija por sí misma. Le arrebatan a la vida momentos inolvidables, fragmentos del existir que les recuerdan a
lo largo del día que vale la pena vivir.

Déjalo ser, tuvo que ser

Sacudiste mi vida dejándola a tu merced
Y ahora aunque quiero no puedo arrancarte de mi ser
Por más que quisiera andas en mí
Y donde estés mi ser impregnará tu recuerdo.
Porque hay huellas de las que por más que te alejes
No podrás borrar de ti, vida mía,
Porque simplemente caminan por ti.


Te presentaste en un justo y trémulo momento
Para perecer junto a mí camino
Allí sentado en una piedra
Que atisbaba mi paso por tu lado.
Justo ahí me arrancaste el alma
Dejándome hueca e indefensa
Ante tu huida tan inesperada como desesperada.

Quisiste arañarle a la vida mi alma
A la circunstancia mi cuerpo
Y al tiempo un momento eterno en tu corazón.
Nada supo frenar la irá fronteriza
Y soltó nuestras almas vacías al vuelo
Para llorar otro encuentro.

Aun esperan nuestras almas allí empotradas
A ser devueltas al manantial del amor
Dejando en nuestras mentes un solo
Momento compuesto por los dos.

Volveremos a la vida, arrancando dudas
Y burlando fronteras al paso del tiempo.
Volveremos al amor, aquí sentada espero
Un solo atisbo de tu regreso a mí.


sábado, 13 de octubre de 2012

Volvamos al amor




Algunos caminos están unidos pero en diferentes dimensiones por eso y  por si volvieras, he guardado el amor en un cajón,  que retrasa mis miedos y mis dudas. Aguardo esperanzas furtivas que espero que el tiempo no borre difuminando el camino que alumbro lleno de amor.

El amor lo escribí en tu piel a  tinta verde pensando que dejaría  una huella imborrable pero el tiempo me hablo de que la correspondencia no era segura, que escribí en tierras fangosas y que el barro cubrió todo lo que te di y sin reproches, saliste ileso aferrándome yo a mi dolor de saberte en  tierras de nadie, solo las tuyas conoces.
Pero con tu imprenta, amor, me dejaste los mejores versos por escribir, los más tristes y los más tiernos a la vez.

Dejaste una tormenta de desolación en todo mí ser y en parte de mi alma, intento recomponer lo que fui para olvidar lo que fui en ti, ya nada queda excepto el amor que nos unió cuando la lejanía se torna fría bajo mi  piel. 
No quise entender que solo fue un amor de contrabando que cruzo fronteras para abrirse paso ante nosotros,  indefenso y lleno de ternura.

Sin darme cuenta ya estaba enganchada a tu piel que no querría volver a cruzar el océano porque sabía que ahí te perdía , quien sabe hasta cuándo, en el acervo del día a día. Sin tu presencia y sin tu compañía a estar sola, la vida continúa pero vacía en una parte de mi corazón que aun te cobija.
Entre tú y yo, kilómetros y unas promesas incumplidas que se volaron en  tanta lejanía. Solo nos quedo el sabernos amados por los nuestros que no entienden de nuestra tristeza que torna desolada en las noches en que ya no estaremos entre los  bosques del amor y del remanso de paz, que nos hizo cruzar fronteras en alas al vuelo.